Solidaridad “Virtud Cristiana”

Solidaridad “Virtud Cristiana”


“NO PODEMOS PRESCINDIR NUNCA DE LA SOLIDARIDAD PARA ENTENDER LA DIGNIDAD HUMANA”, decía San Juan Pablo II. Y así lo plasmó en varios documentos eclesiales, incluyéndola así en el marco de la doctrina social católica.

¡Vamos a la práctica como virtud en nuestra vida cristiana!

Hay que reconocer que nunca como hoy ha existido una conciencia tan difundida entre los jóvenes cristianos, sobre la responsabilidad de hacer un mundo mas justo y sobre todo trabajar activamente en ello.

En la Encíclica: SOLLICITUDO REI SOCIALIS (Preocupación Social) del Papa San Juan Pablo II, acuña un término que bien podríamos ponerlo en letras grandes y muy luminosas: VOCACIÓN DE CONSTRUCTORES RESPONSABLES DE LA SOCIEDAD TERRENA.

Eso quiere decir, que la solidaridad en la actualidad nos compromete muy activamente, y que en muchos casos somos los cristianos quienes ejercemos la responsabilidad de constructores y responsables de hacer posible el sueño de Dios.

Por ello no podemos ser espectadores de desgracias, por muy lejos que nos toquen, porque por mandato divino, toda desgracia humana, nos compromete.

Hoy en día tenemos los medios suficientes para averiguar cuales son las causas de los acontecimientos, en la dirección que apuntan, y como podemos implicarnos en el cambio de la situación, porque, como se dice en el lenguaje cotidiano “La Iglesia está metida hasta en los charcos” y nunca mejor dicho, porque es en los charcos y en el lodo de cualquier país donde están los mas desfavorecidos”, por eso cuando decimos de implicarnos, no estaremos solos.

Tenemos una identidad cristiana, junto con una espiritualidad evangélica, que nos da la esperanza, porque no todo está perdido en este mundo que se dirige a precipicios casi sin freno, gritando “sálvese quien pueda”.

Es el cristiano quien tiene que dar los pasos necesarios para cambiar un mundo deshumanizado, es el cristiano quien tiene que hacerlo como forma de vida, como misión, y si fuera posible, hay que saltar fronteras, somos nosotros con nuestras manos y nuestros pies, quienes hacemos real el Evangelio de un Cristo que si por algo encandiló al mundo, fue porque se saltó a la torera lo establecido, haciendo de la solidaridad una virtud.

Por eso se le pueden dar a Él todas nuestras cargas, pero la responsabilidad de hacer un mundo más justo es nuestra.


Congregación de Hermanas Hospitalarias de Jesús Nazareno, Franciscanas