Epifanía del Señor, fiesta de los Reyes Magos

Epifanía del Señor, fiesta de los Reyes Magos


Tengo la intuición de que cuando las cosas se repiten en la liturgia es que son muy importantes. Es lo que pasa con nacimiento de Jesús. La Liturgia nos invita a celebrarlo dos veces: una el día 25 de diciembre, que celebramos la Natividad del Señor y otra el día 6 de enero, en el que se celebra la Epifanía del Señor.

La primera, la Natividad, hace más hincapié en el nacimiento propiamente dicho. La segunda tiene un sentido más teológico, de nacimiento de la luz. Ambas, además, son reflejo de dos tradiciones dentro de nuestra Iglesia. El día 25 es propio de la tradición occidental y el día 6 de la tradición oriental. Esta fiesta es la más antigua que se conoce. Fue la única fiesta de Navidad que se celebró en toda la Iglesia, hasta que en Occidente se empezó a celebrar el 25 de diciembre la Natividad. La palabra “Epifanía” significa en griego "manifestación", sobre todo la aparición de la primera claridad de la mañana, antes de que aparezca el sol. Siguió celebrándose la fiesta de Epifanía, pero con otros significados. Durante mucho tiempo se celebraban en ella tres “epifanías”: la adoración de los Magos, el bautismo de Jesús y las bodas de Caná.
En Navidad veíamos a Dios encarnado. Hoy celebramos a Dios manifestado. La manifestación de Dios es universal, en cuanto al tiempo y en cuanto a espacio; es decir, se está siempre manifestando y se manifiesta en todo lo creado. En fin hoy celebramos la universalidad del mensaje que trae Jesús. Esta universalidad del mensaje es el tema de las tres lecturas e incluso del salmo de la liturgia de hoy. Desde distintos ángulos, todas nos hablan de una novedad en la relación de Dios con los hombres. Dios se manifiesta siempre a todos, aunque solo le descubre quien le busca.
Para ello, el relato de los Reyes Magos es paradigmático. Son tres extranjeros, que vienen de lugares lejanos, que son de razas diferentes y de culturas distintas. A los tres les ha llegado el mensaje del nacimiento del Salvador. Ellos descubrieron la estrella, porque se dedicaban a escudriñar el cielo; fueron capaces de levantar los ojos de la tierra... Ellos a pesar de estar lejos vieron la estrella; la inmensa mayoría de los que estaban alrededor del recién nacido, ni se enteraron. Nuestra religiosidad no consigue su objetivo, porque nos empeñamos en encontrar a Dios donde no está.
Dios no está en los fenómenos que percibimos por los sentidos. Mejor dicho, Dios está en todos los fenómenos, aunque no de una manera especial en los que nosotras percibimos como maravillosos. Nos empeñamos en descubrirlo solo en lo extraordinario, pero la verdad es que Dios se manifiesta exactamente igual en los acontecimientos más sencillos y cotidianos. Hay que aprender a descubrir esa presencia. En la fragancia de una flor, en un amanecer, en la sonrisa de un niño, en el sufrimiento de un enfermo, etc.
Ese es el regalo que les pedimos a los Reyes Magos para toda la Familia Nazarena, que nos traigan su afán de búsqueda y su capacidad de encontrar a Dios en lo sencillo y lo modesto, que seamos en esto una imagen del Padre Cristóbal que durante toda su vida buscó y encontró a Dios entre lo más pequeño.


Congregación de Hermanas Hospitalarias de Jesús Nazareno, Franciscanas